Madrid, 11 de junio (Ibercine).- La cineasta venezolana Claudia Pinto presentó en la 24ª edición del Festival de Cine de Málaga su segundo largometraje “Las Consecuencias”, un viaje introspectivo hacia los secretos familiares “a través de un drama catártico con el que quiere emocionar y conmover al espectador”, con el que compite en la Sección Oficial del festival del sur de España, que mañana anunciará su palmarés.
En la película, coproducción de España, Holanda y Bélgica, y protagonizada por la actriz colombiana Juana Acosta, el chileno Alfredo Castro y las españolas María Romanillos y Carme Elías, el mar se impone como un elemento protagonista y con sentido metafórico.
Para la directora era importante recrear el paisaje como la fuerza que envuelve la personalidad del personaje. “El mar es una figura muy sugerente, parece que va revelando cosas a través de su poder hipnótico”, manifestó.
La trama comienza durante un viaje a una pequeña isla volcánica, en el que Fabiola interpretada por Juana Acosta se convierte en una especie de espía de su propio hogar. No tiene la certeza definitiva, pero su intuición le sugiere que no todo es lo que parece. Se debate entre el miedo a lo que puede encontrar y la necesidad de obtener respuestas.
El guion, también escrito por Pinto, requirió de un trabajo actoral exigente, en el que cobra mucha importancia el silencio intrínseco y propio del tema tabú que se representa, ese tema que queda enterrado y oculto en la oscuridad.
Tanto la cineasta venezolana como el actor chileno Alfredo Castro destacaron que ha sido muy importante trabajar las emociones para conmover sin necesidad de hablar y añadieron que el mar y el volcán se convierten en metáforas, ambos se erigen como esa bomba que contribuyen a que aquello que permanece oculto termine aflorando en la superficie.
Castro opinó que el largometraje tiene estructura de tragedia griega, un relato con muchas capas que invitan a infinidad de lecturas ya que confluyen sentimientos como el amor, el miedo, el abandono y el dolor desgarrador interpretados con mucha sensibilidad para sumergir al espectador en la trama y en un viaje de catarsis que busca encontrar cuál fue la primera piedra que desencadenó esta tragedia.
Como anécdota del rodaje, confesó que sufre vértigo y hubo escenas en las que lo pasó realmente mal.
La protagonista, Juana Acosta, indicó que este proyecto supone un gran viaje emocional que ha sido muy difícil de rodar por diversos motivos, como las inclemencias meteorológicas, la complejidad de las localizaciones con paisajes volcánicos abruptos y la profundidad que requieren los personajes.
Se trata de una historia de amor y reconciliación, en la que el espectador es testigo de esa reparación entre las mujeres de la familia sobre la que se desarrolla la acción, una historia que invita al espectador a conectar y empatizar con sus personajes porque “todas las familias esconden grandes secretos”, prosiguió.
Acosta calificó esta película como “oportuna y necesaria”, especialmente en este contexto post confinamiento, ya que existe un paralelismo entre los espectadores y los personajes, quienes sienten una necesidad inmensa de darse un abrazo. “La protagonista necesita ser abrazada y poder suspirar, justo como se encuentra la sociedad en estos momentos”, hizo hincapié.
Todo el reparto coincidió en que lo más complejo ha sido alimentar el interior de los personajes para alcanzar el nivel de vulnerabilidad y fragilidad que requería el guion y aseguraron que también se han apoyado mucho en la intuición y en trabajar las relaciones entre ellos más allá del largometraje.
Adela Mac Swiney