Por David del Río. Marrakech (Marruecos)
13 de noviembre (Ibercine).- Acabo de asistir por primera vez al Festival Internacional de cine de Marrakech, que este año volvió a celebrarse tras dos años en el dique seco debido a la pandemia. Desde hace años había oído hablar muy bien del certamen marroquí y francamente tras haber participado entiendo su buena reputación. Quedé “agradablemente sorprendido” como dicen los franceses.
El festival no tiene la etiqueta de clase A como el Festival de El Cairo, el otro gran festival africano y el único del continente en portar esa ilustre etiqueta que posee Cannes, Venecia y Berlín, pero sin ninguna duda responde al calificativo de “el mayor festival del continente africano” con el que lo describe esta semana la prensa española.
Su programación, sus invitados, sus homenajes, sus clases magistrales, su sede principal, sus galas y su alfombra roja, su conexión con el público y con la opinión pública de su país, entre otros factores, responden con nota alta a las exigencias de un gran festival internacional.
En la programación de competencia, al festival le honra descubrir y promover a los nuevos talentos con una selección compuesta mayoritariamente por óperas primas y segundas películas. Una programación que permite ver y recuperar, por su calidad y por las fechas de celebración del festival, algunas de las novedades más destacadas del año que termina, porque Marrakech no exige exclusividad a las películas que selecciona, que pueden haber sido estrenadas previamente en otros festivales.
Una programación que incluye además un completo panorama del cine marroquí actual, que permite conocer una cinematografía no tan accesible habitualmente, y que se complementa con un guiño al público más joven, una selección de cine para escolares y adolescentes.
El certamen tiene además un gran poder de convocatoria. La prueba fueron los invitados de este año, desde el jurado a los homenajeados, con personalidades entre los que figuraron el actor Jeremy Irons, los directores Asghar Farhadi, Jim Jarmusch, Ruben Östlund, Léos Carax, Julia Ducournau y James Gray, la superestrella de Bollywood, Ranveer Singh y la actriz Tilda Swinton, entre otros.
Sin mencionar a actrices como Marion Cotillard, Isabelle Huppert, que desfilaron por la alfombra roja, o al actor guatemalteco Oscar Isaac, miembro del jurado, o al cómico y actor Gad Elmaleh, de una larga lista de asistentes a esta edición previa a su vigésimo aniversario.
El festival tiene como sede principal un magnífico Palacio de Congresos con una sala principal de mil quinientas butacas.
Pero además proyecta películas en una gran pantalla en la popular plaza Jemaa el-Fna, el alma de Marrakech y su sello distintivo, un baño de multitudes para los homenajeados y una conexión de la población local con el festival internacional, considerado como el mayor evento cultural del año en Marruecos.
Un compendio en definitiva de todos los ingredientes que no pueden faltar a una gran celebración cinematográfica en un balneario turístico fascinante.
No resulta extraño que Guillermo del Toro, al inaugurar la edición de este año, confesara que Marrakech es uno de sus “festivales favoritos”.
“El festival de Marrakech te hace amar el cine; te sientes amado y sientes el amor por el cine. Todo el festival es una celebración de ello” aseguró Guillermo del Toro quien expresó su deseo de volver a Marrakech en los próximos dos años.